sábado, 11 de junio de 2011

ad nauseam


El dolor no existe, es nuestro ego que impide que la felicidad nos alcance. Hace ya muchos años que la respiración consiente me ayuda a dejar ir lo que en el fondo sé que me perseguirá como un hacha en medio de un verde bosque.

Hoy quiero que se vaya, quiero que ese dolor desaparezca y no exista más!!! Por eso asumo que debo dejar que fluyan éstas emociones que suben y bajan, pero principalmente arden.

Alguna vez me senté frente a una ventana que daba a un árbol gigantesco de nueces, me quedaba clavada en el movimiento de sus hojas y en los pájaros que iban y venían, podía caerse el mundo y yo no me hubiera enterado, los tonos de verde limón y las sombras que parecían musgos, lo rayos de soy confundían la vista... ese instante era el principal, gozar de lo que existe y no vemos.

Alguna vez, a muy corta edad, divagaba por las calles de la ciudad de La Paz, siempre disfruté de su arquitectura, los detalles de las casas que parecen caerse, pero que en realidad son monumentos a las familias, veía todos los detalles por fuera que podrían decirme lo que adentro se guardaba, siempre me preguntaba cuánta gente viviría ahí, vivirán en armonía? Habrán niñas como yo? Estarán felices o sus madres las habrán castigado?

Alguna vez busqué todas las lineas marcadas en la acera, descubrí la maravilla de las rajaduras producidas por los terremotos, las heridas de la ciudad de México, y cómo los arboles se sostenían.

Siempre he disfrutado observar, observar y observar... mi pecado es no haber recibido el don del habla, o tal vez, tanto observar... me he dado cuenta de que, las palabras son vacías y solo son las acciones las que cuentan (como bien habría grafiteado un amigo en su muro).


ZenSig